sábado, 3 de enero de 2015

Intringulis del artisteo que me dan palo: parte segunda

Antes de nada quisiera pedir disculpas por adelantado si alguien se siente ofendido al leer el post de hoy. No es mi intención zaherir los sentimientos de nadie, hablo en general y no me refiero a ninguna persona en particular. No es una crítica ni nada que se le parezca, sencillamente es una percepción de la realidad que he observado que resulta ser diametralmente opuesta a la realidad a la que estoy acostumbrada. No obstante, si aún así existe algún individuo que desee venganza por mis lacerantes palabras acepto desafío a duelo con floretes.

Continuando con el tema de la anterior entrada, me gustaría compartir con vosotros alguna cosilla más del artisteo que francamente me produce una mezcla de vergüenza ajena, gracia, pereza y desasosiego.

Las confianzas. 
El amor, un amor desmedido y (des)interesado que nace en el minuto uno entre los actores y actrices. Da exactamente igual que hayas conocido a alguien hace 5 minutos, los besos y los abrazos vuelan libremente. Quien bien me conoce sabe que yo no soy especialmente cariñosa, afable ni amorosa. Por supuesto que quiero a muchas personas, y a mi familia y amigos los beso y abrazo, pero…besar así porque sí, o dar un abrazo a alguien que conozco desde hace una semana…pues va a ser que me cuesta. Y además soy del norte, qué diablos, no hacemos ese tipo de cosas.

Acudo a clase el primer día y doy dos besos a  todo el mundo en plan ¡un placer conocerte! Finaliza la clase,  y veo que la peña se vuelve a dar dos besos otra vez para despedirse. Tal hecho me confunde sobremanera dejándome desconcertada durante unos momentos porque claro,  los voy a ver de nuevo pasado mañana, o sea entonces no entiendo cuál es la necesidad de que nos demos besos de despedida. Pero bueno, tampoco quiero dar la nota el primer día, así que me dejo llevar por la explosión de efusividad y beso a todos. A los dos días vuelvo a tener clase y veo que los compañeros se dan nuevamente dos besos al llegar, y no queda ahí la cosa, sino que cuando termina la clase y llega el momento de despedirse hasta la siguiente, advierto con  perplejidad cómo repiten la acción e incluso van un paso más allá y se obsequian con un único beso en la mejilla, intenso y duradero con abrazo incluido (esto no es broma). Vamos a ver, nos acabamos de conocer e iremos juntos a clase 2 o 3 veces por semana, ¿realmente creéis necesario besarnos cada vez que nos veamos? ¿Es en serio? ¿Acaso besáis a vuestros compañeros de trabajo/universidad todos los días? Porque las clases van a durar varios años…quiero decir… ¿en serio?

Y lo mejor de todo es que si no los das, puedes percibir miradas extrañadas, como insinuando “hay que ver esta muchacha qué borde es”… ¡Pues no! Para nada, sencillamente no es mi estilo y se me antoja innecesario. Yo soy más de un ¡Hola! acompañado de un alegre gesto con la mano, y ya.  ¡Si es que si no las cosas pierden su valía y su significado! Si os beso y/o abrazo continuamente sin motivo, ¿qué hago cuando sea vuestro cumpleaños o cuándo haya algo que celebrar? ¿Beso de tornillo?

Y es que no puedo negar que me incomoda besar a la gente por norma. Afirmación que no exime el hecho de que de manera espontánea brote de mi la apetencia de besar o abrazar a alguien a quien efectivamente haya cogido cariño o quizás porque el momento o la situación así lo propicien. Y tampoco quiere decir que si no beso o abrazo a alguien signifique que no aprecio a esa persona. No. Lo cierto es que soy muy random, es según tenga el día. Queredme así, no puedo cambiar.

Y hablando de querer, ¡cuánto se quiere todo el mundo! Los “te quieros” también parecen tener un abono Premium en la boca de los actores, directores y personas que se dedican al medio en general. Desde los primeros días escuchas decir “te quiero” unos a otros con enormes sonrisas, o sin apenas mirarse, como autómatas. Y eso sí que no logro entenderlo.  Y ya cuando el “te quiero” va acompañado de un piquito en la boca, me desmayo.

Y es que a mí me resulta imposible decirlo tan gratuitamente.  Y claro, llega el momento en que te lo dicen a ti, y tú no respondes más que con una sonrisa de agradecimiento y vuelves a convertirte en la borde del grupo. ¡Y ojo! ¡Que no quiere decir que no aprecies a esa persona! Pero de ahí a quererla… ¡pero si no nos conocemos todavía!

Y vale, que yo también he estado en esos campamentos de verano que duran 10 días que te acaban pareciendo más que suficientes para jurar amor eterno a unas nuevas amigas o a un nuevo noviete, pero tenía 12 años, no 27. Creo sinceramente que las relaciones se esfuman con la misma velocidad con la que se construyen, y por eso mismo no soy muy amiga de involucrarme tan rápido con nadie. Al fin y al cabo, no conoces a esa persona todavía, podría ser un maníaco, o del Athletic de Bilbao. Nunca se sabe.

Os quiero muchísimo y os mando mil besos y abrazos!!!!!!! :-) :-)  

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